Lo que piensan de nosotros ¿importa?
Cuando José recibió la oferta de trabajo de la empresa C, antes de tomar una decisión, consultó a sus compañeros sobre qué referencias tenían de su cultura organizacional. Ante los comentarios positivos, decidió aceptar la oferta.
Cuando Mariana recibió propuestas de empresas que ofrecían servicios de consultoría, lo comentó con sus colegas antes de tomar una decisión. Recibió malas referencias de la empresa E y buenas referencias de la empresa F, entonces, contrató a esta última.
En el competitivo mundo de los negocios, la percepción que tienen los distintos grupos de interés respecto a las empresas incide constantemente en las decisiones que se toman. A esa percepción llamamos reputación. Pero, ¿qué genera? ¿De qué se compone? ¿Se puede gestionar?
La reputación corporativa
La reputación es uno de los activos intangibles más valiosos de una organización. Al 2024, a nivel global y sobre todo en América Latina, es el activo que “más crece en importancia y en recursos e inversión”[i]. Estos datos demuestran la conciencia empresarial de que una buena reputación genera credibilidad y confianza y que finalmente, permite que los grupos de interés actúen de manera favorable a los intereses de la empresa.
Si una empresa logra mantener una buena reputación y mejorarla, facilita la construcción de relaciones sólidas y duraderas con sus clientes, colaboradores, inversores y la comunidad en general. Por el contrario, si no gestiona adecuadamente su reputación y esta se torna negativa, la credibilidad se ve afectada y esto, impacta directamente en el negocio.
En la era digital, donde accedemos al mundo con un clic y donde un comentario en redes sociales puede ser visto por miles de personas en segundos, gestionar la reputación nunca fue más importante.
Los componentes de la reputación
¿Cómo se forma esa percepción en la mente de los diferentes grupos de interés? La reputación no es un concepto aislado; es la suma de varias partes del negocio, como la calidad de productos y servicios, el liderazgo de la empresa, la cultura organizacional, el desempeño financiero, la comunicación corporativa y hasta la sostenibilidad.
Por supuesto, habrá grupos de interés que presten mayor atención a un componente que a otro. Así, es probable que un accionista valore el desempeño financiero por sobre lo demás y que un colaborador valore la cultura organizacional antes que otro componente. Lo que está claro es que están vinculados y deben estar alineados. De poco sirve un excelente desempeño financiero si existe una mala cultura organizacional. En reputación, la coherencia es clave.
Entonces, si esa percepción existe, aunque no emprendas acciones concretas para impactar en ella ¿por qué no tomar el control y gestionarla activa y conscientemente? Ocuparse de la reputación es ganar ventaja competitiva.
Fuente:
Pont R. (2024, 04 julio). Lo que piensan de nosotros ¿importa?. Foco.


