¿Y si el error fuera éxito?
“Fallé más de 9.000 tiros en mi carrera. Perdí casi 300 partidos. Fracasé una y otra vez en mi vida. Y por eso tuve éxito”, decía Michael Jordan, uno de los deportistas más admirados y exitosos de la historia. Si los mejores saben que el error es parte natural del proceso ¿por qué en el mundo corporativo -y en la vida- nos cuesta tanto aceptarlo?
El error en la cultura
Tal vez equivocarse no sea el problema, sino lo que creemos que significa: fracaso. Crecemos en entornos donde e error se castiga o se esconde. Y sin darnos cuenta, empezamos a evitar todo lo que pueda salir mal.
Así aparece el miedo al error. A veces no se nota, pero en silencio, influye en más decisiones de las que imaginamos. Está en esa presentación que postergamos, en la idea que no decimos para no sonar ingenuos, en la decisión que evitamos tomar porque, ¿quién nos asegura que será la correcta?
Lo peor del miedo al error no es solo lo que sentimos en el momento, sino todo lo que nos impide lograr: El médico y conferencista Mario Alonso Puig explica que el miedo bloquea las zonas del cerebro que necesitamos para pensar con claridad, tomar buenas decisiones y crear. En otras palabras, cuando el miedo toma el control, pensar se vuelve más difícil y el resultado, más limitado.
Ese miedo al error, que empieza en lo personal, termina impactando en los demás porque también influye en cómo
lideramos. Controlamos más, exigimos mas certezas. intervenimos antes de tiempo. Poco a poco, el equipo entiende que equivocarse trae consecuencias demasiado altas o desgastantes, y así paralizamos la iniciativa. Es un ciclo que se repite casi sin darnos cuenta: transmitimos a otros las mismas barreras que alguna vez nos frenaron.
Hace un tiempo, Google se propuso responder a una pregunta sencilla y desafiante a la vez: ?qué hace que un equipo funcione bien? Durante tres años estudiaron más de 180 equipos dentro de la empresa, analizaron desde los títulos de las personas hasta si eran amigos fuera del trabajo. Pero lo que marcó la diferencia no fue quiénes formaban los equinos, sino como se relacionaban entre si.
El hallazgo mas fuerte tuvo que ver con algo que llamaron «seguridad psicológica”: la sensación de que uno puede decir lo que piensa, preguntar, proponer o incluso equivocarse sin miedo a ser juzgado o castigado.
Ese factor es clave, porque cuando hay confianza, el error no se esconde; se comparte, se conversa, se lo ve como
punto de partida. on cambio, cuando no hay confianza lo mas común es que el error se oculte o se evite a toda costa. Y así. lo que empieza como una forma de protegerse, termina bloqueando lo que el equino podría llegar a construir.
A veces olvidamos que liderar también es humanizar. Y quizás nada nos conecte más con lo humano que el error
Tal vez por eso, los líderes que más inspiran no son los que nunca fallan, sino los que, cuando el error aparece, no lo niegan, no lo ocultan, no lo usan para señalar: Lo enfrentan y lo transforman en aprendizaje. Y en ese gesto, abren el camino para que otros también se animen a avanzar, con más criterio que antes.
El error como amigo de la innovación
Solemos asociar la innovación con grandes saltos e ideas disruptivas que lo cambian todo. Pero muchas veces, innovar es «simplemente» atreverse a cuestionar lo que ya existe para hacerlo un poco mejor. ¿Pero cómo nos
atrevemos si el miedo nos naraliza antos de intentarlo? la clave tal vez acto en cambiar la forma en que lo entendemos: no como un fallo personal, sino como una señal de que estamos explorando terreno nuevo. En lugar
de evitarlo, aprender a pivotar desde lo que nos enseña. Mientras mas rápido nos equivoquemos, mas rápido podemos entender qué cambiar.
Las organizaciones que evolucionan no son las que nunca se equivocan, sino las que construyen entornos donde el error es una pieza clave del aprendizaje colectivo. Crear espacios donde fallar sea parte natural del proceso y no una amenaza, permite construir confianza, fomentar la experimentación.
Diversos estudios demuestran que los equipos que se permiten fallar temprano y con control tienden a alcanzar niveles más altos de innovación. No se trata de celebrar el error, sino de usarlo como una herramienta para
mejorar de forma continua. Si no logramos amigarnos con el error el resultado es predecible: nos aferramos a d conocido, evitamos lo nuevo y avanzamos «solo cuando es seguro» (como si algo realmente lo fuera). Pretender una realidad sin errores es quedarse sentado en la banca.
Al final, en el mundo empresarial. como en cualquier desafío. lo que define a los equipos ganadores no es evitar el error a toda costa. Es entender que el éxito no ocurre por azar; sino que -como decía Jordan- es la consecuencia lógica de haber fallado muchas veces y haber descubierto qué camino sí funciona.
Fuente:
Pont R. (2025, 14 agosto). ¿Y si el error fuera éxito?. 5 Días.