El camino corto que sale caro

¿Te pasó alguna vez que te pidieron algo “rápido y simple” y, al revisarlo, confirmaste que no era ni rápido ni simple? ¿O que alguien te contó con orgullo cómo resolvió algo “a su manera” y vos, que trabajás en ese tema, notaste enseguida que no terminaba de cerrar?

El camino corto que sale caro

A lo mejor fue una presentación hecha con IA que cumplió con la gramática, pero olvidó la narrativa principal e incluso incluyó información que era mejor omitir. O tal vez fue un conocido que no te pidió un contrato porque un amigo le pasó “un modelo”; él le cambió los datos y ahora quiere que encuentres “la vuelta” a un problema que surge de ese mismo modelo.

Escenas así sobran en cualquier profesión: en comunicación, en derecho, en diseño, en arquitectura y hasta en medicina. En algún momento, todos vimos cómo desde afuera parece que lo que hacemos “no es tan difícil”, o cómo alguien concluyó que “no era necesario” pedir asesoría profesional.

¿POR QUÉ PASA?

A veces, por puro desconocimiento: no se dimensiona lo que implica la profesión del otro ni lo que puede resolver o prevenir con su intervención. Otras veces, por la tentación de buscar atajos, de querer gestionar algo rápido y barato, en un contexto en el que todo parece urgente.

En ambos casos, lo que queda fuera de la ecuación es el criterio profesional. Y con él, se deja fuera a la persona que no solo sabe hacer la tarea, sino que sabe cuándo, cómo y por qué hacerla de cierta manera.

Elegir criterio profesional significa asumir que llega de la mano con una inversión y un proceso. Parece obvio, pero en la práctica cuesta hacerlo notar, sobre todo lo del proceso. Porque si buscás algo bien hecho y a medida, hay pasos que sencillamente no se pueden saltar, por más correos con el “ASAP” que estén en la bandeja de entrada.

Si todo lo hacemos a contrarreloj, lo urgente se adueña de la agenda y no deja espacio a lo importante. Y en ese escenario, perdemos también la posibilidad de planificar mejor, de construir con más solidez y estrategia, e incluso de innovar.

¿QUÉ GENERA?

A veces, los atajos parecen un ahorro, pero terminan siendo una doble inversión: hay que rehacer, corregir o reparar. Y no siempre el problema se resuelve solo con dinero. Cuando lo que se pierde es más difícil de recuperar, como el tiempo o la confianza, el costo puede ser mucho mayor que lo que habría implicado invertir en criterio profesional desde el inicio.

Tampoco se trata de juzgar a quien tuvo que tomar el camino más corto porque no tuvo otra opción. El punto es ser conscientes de que todo atajo tiene limitaciones y que, con cada decisión que tomamos, no solo elegimos qué ganar, también estamos decidiendo qué estamos dispuestos a sacrificar.

Miremos, por ejemplo, la mayoría de las publicaciones en LinkedIn: están bien redactadas, pero ¿no parecen de repente todas iguales? Como que podés predecir la expresión que sigue y, al final, leíste tres párrafos sin conectar con ninguno. Si elegimos atajos para solo “hacer”, sin criterio, obtenemos productos en serie: intercambiables, impersonales, sin contexto.

Necesitamos de la persona que sabe interpretar el qué, cuándo, cómo y por qué. Eso es lo que permite que algo sea y se vea profesional, que evite problemas y genere resultados que sumen, a vos o a tu empresa.

¿Y NUESTRA PARTE?

Tener criterio profesional ya es gran parte del camino, pero también vale preguntarnos: ¿qué hacemos para que se perciba y más personas comprendan el valor que aportamos? En un entorno saturado de información —y de desinformación—, saber comunicar se vuelve clave.

Es el paso que, aunque en ocasiones se subestime, permite ir más allá y marcar diferencia. No se trata de “vender humo” ni de ser “figureti”: mientras lo que contemos sea coherente con la realidad, sirve para darle un impulso a la reputación, ese activo que, a diferencia de otros, no se puede tocar, pero que, dependiendo de cómo lo gestionemos, impacta bien o mal en los resultados.

Está claro que no siempre vamos a influir en la percepción de todos los que quisiéramos. Pero entre mostrar lo que hacemos y quedarnos en silencio, la diferencia ya es importante: cualquier número es mayor que cero.

Entonces, ¿qué tal si la próxima, en lugar de dar por hecho que un profesional “no hace falta”, mejor asumimos que lo que parece simple casi nunca lo es? Que los atajos pueden salir caros y que los procesos, aunque incomoden, son los que sostienen un buen resultado. Y que también está en nosotros hacer visible ese valor, porque lo que no se comunica, difícilmente se note.

Fuente:

Pont R. (2025, 01 octubre). El camino corto que sale caro. 5 Días.

https://5dias.com.py/article/el-camino-corto-que-sale-caro